Esta casa es un artefacto. Tumbada, distorsionada y desplegada, parece venir de aquella forma arquetípica que ha tenido siempre la cabaña. Aquí, la casa tiene una determinada función: alojar durante varios meses un videopodcast. Un cometido que se resuelve por medio de un plano quebrado, la casa, que a través de sus ventanas deja ver la ciudad tras de sí, Madrid. Casa y ciudad, dos escalas a las que se enfrenta la arquitectura, tienen aquí una modesta relación.

Y de una de esas ventanas, en un juego de orientación reflexiva, una curva rompe con la forma, creando una mesa y tensionando el espacio. Y de otra ventana, esta vez digital, aparecen dibujadas las nubes en el cielo. Una ventana es el círculo, otra un cuadrado, y una tercera se forma por su conjunción. Abajo, para los ratones, o las hormigas, o cualquier cable, otra ventanita hace su aparición.

Estructuralmente, la casa es un plano autoportante creado con un entramado de perfiles cuadrados de 25x25mm de acero lacado en blanco roto sobre el que apoya, volando ligeramente por todo el entorno, una chapa de 3mm de grosor. Esta situación entre la estructura y la chapa doblada, confiere a la casa una apariencia cercana al papel. Y cuando se la rodea, o se sobrevuela -para disfrute de los pájaros- estas superficies se convierten en finas líneas abstractas de color blanco.